“Una clienta se está probando anteojos. La óptica acomoda una caja en el mostrador.
CLIENTA: —¿Te enteraste que El Ruso desapareció?
ÓPTICA: —Sí, pobre. Dicen que se subió a un tren.
CLIENTA: —No me sorprendería. ¿Te acordás cuando se metió en el 98?
ÓPTICA: —¡Ay sí! No lo podían bajar. El chofer frenó todo y lo terminaron sacando por la puerta de atrás.
CLIENTA: —Era un personaje. Capaz se fue de paseo.
MANICURISTA: —Yo lo vi al ciclista cuando se cayó.
CLIENTA: —¿Cuándo fue eso?
MANICURISTA: —La noche de Año Nuevo. No había nadie en la calle. Escuché el golpe y salí a mirar.
CLIENTA: —¿Y estaba Delón?
MANICURISTA: —Sí, estaba ahí con los otros perros, mirándolo nomás.
CLIENTA: —¿Y él qué hizo?
MANICURISTA: —Nada en el momento, pero se le notaba la bronca. Y a los días, Ojitos desapareció.
CLIENTA: —¿Vos decís que fue él?
MANICURISTA: —Mirá, yo no vi nada... pero para mí, se la agarró con el perro.
.
PELUQUERO: —¿Y al final qué te pasó esa noche?
CICLISTA: —Venía de brindar con los pibes, ya era tipo cinco. Agarré la bici y cuando pasé por la estación... me fui de trompa.
PELUQUERO: —¿No viste el cordón?
CICLISTA: —Ni el cordón, ni la bici, ni nada. Quedé tirado.
PELUQUERO: —¿Y los vecinos?
CICLISTA: —Primero vino Ojitos, el perro. Se me quedaron mirando. Después, como hice tanto ruido, cayeron los vecinos a ver qué pasaba.
PELUQUERO: —Te la diste fuerte.
CICLISTA: —Me desperté en el hospital. Pero ya estoy bien... me hicieron un montón de puntos.
“VECINO: —¿Se sabe algo de Ojitos?
MUEBLERO: —¿Delón? ¿El Ruso, no? Ese perro tenía más nombres...
VECINO: —El de la estación, sí. El que te acompañaba a casa. Yo llegaba de laburar y él me seguía hasta la puerta, como si fuera mío.
MUEBLERO: —Un fenómeno. Una clienta juró haberlo visto en La Plata.
VECINO: —¿No será que se confundió de perro?
MUEBLERO: —Eso pienso. No iba a caminar tanto. Aunque viste que algunos dicen que al ciclista lo tiró y que se la agarró con él.
VECINO: —Qué sé yo. Pobre bicho.
MUEBLERO: —Y... se lo extraña.